Compartimos el siguiente texto del Profesor Héctor Gabriel Pérez, docente del colegio
TIEMPO DE CRECER
A principios de siglo el Colegio del Uruguay fue incorporado a la Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADER). En ese proceso las cuatro carreras de nivel superior terciario no universitario del Colegio fueron separadas y asignadas tres de ellas a la Facultad de Ciencias de la Gestión con sede en el mismo edificio del Colegio y la cuarta, Analista de Sistemas, se integro en la Facultad de Ciencia y Tecnología que empezó a funcionar en el edificio de 25 de Mayo y Estrada bajo la dirección del Ingeniero Juan Bozzolo. Fue en aquella oportunidad que la FCyT intentó apoderarse del laboratorio de computación del Colegio; acto que fue detenido por la movilización de las autoridades, el personal y los alumnos que llegaron a movilizarse hasta el Concejo Deliberante para defender el patrimonio institucional. De este hecho pueden dar cuenta muchos profesores ya jubilados, ex-alumnos y los archivos de los medios periodísticos locales.
Entre el año 2000 y el año 2012 el Colegio dependió administrativa y académicamente primero de Rectorado, luego de la Facultad de Ciencias de la Gestión y otra vez del Rectorado de UADER. Fueron años difíciles pero hubo algunas oportunidades de crecimiento y también espacios de debate y discusión.
Días pasados, más exactamente el 28 de julio, el Colegio del Uruguay "Justo José de Urquiza" cumplió 165 años de existencia. Señalé en las redes sociales lo significativo que resultaba el silencio de la UADER en tan importante fecha para la educación entrerriana y argentina. No faltó quien señalara mi comentario como un dato menor y sin importancia.
Sigo creyendo que se trató de un silencio simbólico y muy significativo que pone de manifiesto la importancia que la Universidad le viene dando al Histórico Colegio en los últimos años.
En el día de la fecha, una vez más compruebo que la FCyT no me abona una hora desde hace 17 meses lo que acumula un monto aproximado de más de 7000 pesos. Las excusas infinitas a mis reclamos se enredan en laberintos administrativos de los que no podría salir ni el mismísimo Teseo con la ayuda de cien Ariadnas.
Lo macabro de esta situación es que no se trata de un acontecimiento aislado. Lo perverso de esto es que desde que, por decisiones tomadas en alguna oficina de los poderosos, fuimos transferidos a la Facultad de Ciencia y Tecnología, al decir de algún importante funcionario "el mejor lugar en el que podíamos estar". Desde que esto ocurrió, no ha cesado la destrucción, el desguace y el desprestigio del Colegio del Uruguay. No se trata de una hora que no le pagan al profesor Pérez. Se trata de horas y cargos docentes y no docentes que no se cubren. O que se cubren y no se pagan. Se trata de la vejación a la que somos sometidos para implorar que se nos pague el salario por lo que efectivamente hemos trabajado. No se trata de un docente. Se trata de muchísimos colegas y compañeros en la misma situación. Colegas y compañeros que vivimos de este trabajo. Que con ese salario comemos, pagamos el alquiler, compramos los remedios de nuestros hijos o las fotocopias de nuestros alumnos.
No se trata de una hora. Se trata del concurso para cubrir provisoriamente la rectoría que nunca se convocó. Del concurso para cubrir la Secretaría, del concurso para el auxiliar de Asesoría Pedagógica. Se trata de los talleres de Teatro, Coro, Banda de Música, de la formación de Alumnos Guías, del proyecto de Digitalización del Archivo Histórico, de la Articulación Primario-Secundaria.
No se trata de una hora que desde hace 17 meses no me paga la Facultad de Ciencia y Tecnología. Se trata de los concursos que se llaman hasta tres veces porque no se presenta nadie ya que se corrió la voz de que en el Colegio no se cobra. Se trata de las cátedras que queda sin cubrir porque la gente no se quiere presentar.
Se trata del desprecio por una de las instituciones educativas más importantes y de mayor trayectoria en el país. Se trata de un proceso de desguace y destrucción que no para.
Se trata en definitiva de la educación de nuestros gurises. Nuestros hijos, hermanos, sobrinos, amigos, parientes y conocidos que siguen eligiendo con amor al Colegio del Uruguay para que sea cobijo de su adolescencia y formador de sus conocimientos.
En este contexto se agotan los caminos del diálogo y la conciliación. Se agotan las formalidades y la prudencia vaticana con que se ha manejado esta situación. La última década y pico nos ha mostrado que el único lenguaje que entiende la UADER es el de la comunidad educativa movilizada. Así fue cuando defendíamos las computadoras del laboratorio. Así fue cuando la gurisada reclamó que les entregaran la netbooks ante el espanto de muchas autoridades que aborrecen la movilización estudiantil. Así fue cuando reclamamos por el mantenimiento de la credencial.
Mientras soñamos con los dorados tiempos de Larroque, Zubiaur o Grianta vivimos sumidos en los oscuros días de Vico o Alió.
No merece esto ni el Colegio del Uruguay, ni la ciudad del Colegio.
Empieza a llegar el tiempo en que juntos docentes, no-docentes, estudiantes y familias alcemos nuestra voz en defensa de nuestra Histórica Casa y de nuestros derechos ciudadanos y sociales.
La historia no olvidará a quienes intentan destruirlo -guardamos en nuestras memorias sus nombres y sus acciones- y tampoco a quienes lo amamos y defendemos.
Es tiempo de volver a crecer.
"Todo se nos deshace entre los dedos
Pero tú permaneces sin embargo
Invencible cristal, Viejo Colegio"
IN HOC SIGNO VINCES
Profesor Héctor Gabriel Pérez
DNI 20369009
Concepción del Uruguay, Entre Ríos, 12 de agosto de 2014.-
Enviado por: "Prensa AGMERUruguay" <prensa@agmeruruguay.com.ar>
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